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martes, 20 de julio de 2010

Un día más en el trabajo





La noche cae, estoy entre muchos fierros que se la pasan haciendo un estresante ruido, enciendo las luces  fluorescentes las cuales se ve como si titilaran como estrellas en la noche que abriga mi planta, el sentimiento al estar rodeado de las maquinas es como soledad, el estar encerrado extrañando el exterior, me siento como un perro encadenado y mis amos se van por mucho tiempo, espero que el reloj llegue a su hora, y avanza tan despacio, prosigo con mi recorrido, voy hacia esas calderas llamadas F1, esos dos gigantescos monstros donde en su interior hay un infierno donde calientan la carga con esas enormes llamas de 3 metros, cuando abro la ventanilla para ver el comportamiento de las flamas lo que veo es un averno lleno de tinieblas negras y ahumadas por la falta de aire, hasta parece que el gigantesco titán tiene una congestión por comer demasiado, pero solo unos ajustes aquí y allá para que esté listo y siga la carga con su camino, después voy hacia adelante, y están esas grandes niñas tan consentidas por todos los de aquí, las cínicas y amorosas P10 A,B,C, que me reciben con su caliente y humeante espíritu, puedo sentir su calor y vibración desde 3 metros atrás, viendo su cárter con curiosidad al igual que un chamaco de kínder levanta la falda de su compañera esperando ver lo prohibido, me doy cuenta que falta demasiado aceite, corriendo de la manera más aprisa me voy a hacia las materias primas a prepararle la mamila de mi pequeña chiflada, reviso las otras dos y se encuentran bien, entonces me pregunto: porque la B no puede ser como sus hermanas A y C? Una vez que se tranquilizan prosigo mi caminar por un pasillo lleno de mas bombas haciendo un escandaloso ronquido, pero mientras sigan así tranquilitas dormidas yo seré muy feliz, de cualquier manera enciendo mi linterna para verlas una por una, para revisar que estén plácidamente soñando con engranes y flechas, mientras reviso a lo lejos se escucha un chillido, mi primer pensamiento: ¡ya me la despertaron! ¡Ojala, que no sea grave! Voy corriendo y como siempre, la chillona turbina, siempre lo mismo, te tienen que sobre alimentar con aceite y después batallaras para acostarte, solo un ligero ajuste, ahora iremos hacia el área mas tenebrosa, Vacio.

Esta es un área muy oscura, aquí están esas turbinas,  que son de una aleación muy extraña, arrojando vapor y blofeando como si fueran a atacarme, pero al momento de verlas solo veo que están bien, se escuchan unos chillidos cerca de ese gran tinaco estacionario lleno de agua apestosa, huele como a huevos rancios y podridos, al oír esos ruiditos lo primero que se me vino a la mente era que esas dos bombitas se habían quedado sin su lubricante y me crearían problemas, al acercarme un poco más los ruidos suben de tono, tanto como si un animal estuviera allí y efectivamente un murciélago que esta gruñendo de la inanición, por estar sofocado por el acido sulfhídrico que emana esa agua apestosa, no puedo hacer más por el mas que tomarlo con mis guantes y alejarlo de allí, lo retiro a una distancia apropiada, y el pequeño ratón con alas se va como desesperado. Se siente tan bien ayudar a una vida.

Topo con la escalera y subo, a esas plataformas donde se encuentran esos abanicos gigantescos, es un área muy fría y con un ruido ensordecedor, los tapones que cubren mis oídos no ayudan mucho, y tengo que verlos, el aire que arrojan se siente que me avientan hacia un lado; sigo en mi caminar llego hacia otras escaleras, esta vez las escaleras no son normales si no como esas de emergencias, son muy cansadas y más si tienes que subir 80 metros en vertical como si fueras un gato, al fin después de 20 minutos de ejercicio aeróbico logro llegar hasta la punta de esa señora gigante llamada torre C1 de donde por su cabeza se destila el tan añorado liquido, sueño por el que pelean tantos seres, pero solo es llegar para tomar una simple lectura, su presión, pero es como nosotros, si estamos muy presionados en nuestra cabeza nos sentimos tan mal, pues a esta chiquita de 80 metros le pasa lo mismo.

Justo cuando me disponía a bajar de lo más alto de la torre, se viene una gran corriente de humo proveniente de la chimenea de enfrente, donde vomita esa gran cantidad de gases apestosos llenos de CO2, me siento asfixiar, la garganta se cierra por completo, no me queda más que tirarme al suelo y aguantar la respiración para que cambie la dirección de la corriente del aire.

Vuelvo a bajar por el cuerpo de mi preciada niña gigante y procedo a irme hacia esas salchichas acostadas, donde se  lava ese oro negro, que proviene de esas tierras debajo del fondo del Golfo de México, tengo que ver que esas salchichas más grandes que una polaca, continúen con su estado energizado y no haya hecho un corto circuito mientras el agua que lava ese flujo de petróleo avanza hasta lo alto de  ese cilindro, como siempre tengo que cantar hacia los extraños del bunker, como si fuera una porra de la pájara Peggie: Agua emulsión y crudo, agua emulsión y crudo.

Siguiendo en el andar de toda la planta me falta la ultima, es la más sencilla al parecer, solo se encuentran tres simples bombas acompañadas de una gigantesca torre, donde se puede conseguir más gasolina y demasiado gas, en donde tengo que ponerme a ver los colores del arcoíris guiándome en su patrón para poder saber si van bien o van mal, lo único malo, es que termino demasiado apestoso, como si hubiera hecho el amor con un zorrillo, pero igual no importa, es la parte interesante del proceso.

Las 22:30 van a dar y regreso a mi cuarto, donde los demás compañeros hacen sus labores para despedirse de este día de trabajo, escribiendo el reporte de lo que hice durante mi estadía en la jornada, después de escribir hoja y media de números y condiciones me preparo a cambiar de ropa, a quitarme toda esa pestilencia que hiede mi ser, para ponerme una vestimenta igual pero no tan olorosa, termino de amarrarme mis botas y llega el primero de los relevos, como cuan chica esperando a su pareja en restaurant, espero el mío, miro el reloj, y son las 22:55, sé que pronto llegará, no hay problema, continuo platicando con los que han llegado, 23:05, puedo seguir esperando, quizás hubo tráfico o viene cruzando la calle, veo mi gaveta con tristeza saco mi llave del bolsillo veo el reloj por última vez y son las 23:15… Se escucha abrir la puerta, ese rechinido se oye como un rayo de esperanza para salir de mi pequeña prisión, y solo veo un pequeño bombero que viene a dejar una orden de trabajo, por lo visto, el mío no llegó…

Otras 16 horas más con todas mis niñas, ¿qué nuevas aventuras me traerán en la madrugada?